miércoles, 25 de mayo de 2011

En el Día de la Patria, el recuerdo a Don Arturo

"El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza"
 
Arturo Martín Jauretche nació en Lincoln, provincia de Buenos Aires, el 13 de noviembre de 1901. Sus padres fueron don Pedro Jauretche y Angélica Vidaguren quienes, además tuvieron otros 9 hijos, siendo Arturo el mayor de todos ellos.

Ensayista, escritor y político Jauretche militó en su juventud en el Partido Conservador para luego enrolarse en las filas Yrigoyenistas.

En 1930 fue protagonista de la lucha callejera contra los gobiernos de los generales José Félix Uriburu y luego de Agustín P. Justo y participó en actividades de riesgo especialmente en los combates de San Joaquín y Paso de los Libres, Corrientes, el 29 de diciembre de 1933 donde fue tomado prisionero luego de este último levantamiento radical. En las luchas internas del radicalismo dirigió los grupos "Continuidad Jurídica" y "Legalista" que se oponían a la dirección de Marcelo Torcuato de Alvear. Posteriormente, con el surgimiento del peronismo, Jauretche adhirió a los principios del recién nacido Movimiento Justicialista.

Quien había visto morir a Yrigoyen y había empuñado el fusil en la revuelta popular contra el régimen, aparecía entonces en el momento oportuno para reafirmarle al caudillo que "No hay nacionalismo sin pueblo", que "sólo los descamisados" podrán "aplastar a los vendepatrias y a los cipayos", y que "la Independencia Económica y la Soberanía Política no se plasman sin La Justicia Social y que en el mundo de imperialismos en pugna, la Argentina debe asentarse en La Tercera Posición".

Desde 1946 hasta 1951 fue presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires y, al producirse la Revolución de 1955, volvió a la lucha política "en defensa de los diez años de gobierno popular".

Jauretche murió en Buenos Aires el 25 de mayo de 1974, a la edad de 73 años. 
 
"La falsificación (de la historia) ha perseguido precisamente esta finalidad: impedir, a través de la desfiguración del pasado, que los argentinos poseamos la técnica, la aptitud para concebir y realizar una política nacional. Mucha gente no entiende la necesidad del revisionismo porque no comprende que la falsificación de la historia es una política de la historia, destinada a privarnos de experiencia que es la sabiduría madre". 

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