lunes, 11 de junio de 2012

"El presidente duerme". J.J. Valle, un patriota del Movimiento



Cuenta Roberto Bardini en una nota publicada en Argenpress:

"En junio de 1956, Susana (Valle) es una adolescente de 17 años. Esa noche, le permiten ver a su padre durante unos instantes en el patio gris de la Penitenciaría Nacional.

Mientras ella llora, lo ve llegar erguido, entero, sonriente, rodeado de un grupo de Infantería de Marina que lleva puesto cascos de acero y porta ametralladoras. Los soldados parecen más asustados que el oficial que va a morir en veinte minutos más. Las autoridades los dejan conversar en una sala fría, custodiados por los infantes armados. 

El general se sienta en una silla y ella se coloca en sus rodillas. En un cuarto contiguo, un enfermero militar tiene preparados dos chalecos de fuerza por si el padre y la hija sufren un choque emocional. Ellos no dan muestras de ningún quebranto, pero algunos de los jóvenes custodios están a punto de desmayarse y otros deben ser retirados de la sala, víctimas de crisis nerviosas.

Valle le explica a Susana por qué decidió no asilarse en una embajada y entregarse: "¿Como podría mirar con honor a la cara de las esposas y madres de mis soldados asesinados? Yo no soy un revolucionario de café". Antes de enfrentar el pelotón, el oficial tiene varios gestos. Renuncia al ejército, pide ser fusilado de civil y rechaza al confesor que le han asignado, Iñaki de Aspiazu, por ser capellán militar. En su lugar, solicita la presencia de monseñor Devoto, el popular obispo de Goya. Cuando Devoto llega, comienza a sollozar emocionado. Valle bromea: ¡Ustedes son todos unos macaneadores! ¿No están proclamando que la otra vida es mejor?

Y a su hija, que tiene las mejillas llenas de lágrimas, le dice: "Si vas a llorar, andáte, porque esto no es tan grave como vos suponés: vos te vas a quedar en este mundo y yo no tengo más problemas"... ...Un oficial dijo "Ya es la hora" Valle se quitó el anillo que llevaba y lo colocó amorosamente en manos de la muchacha. También le entregó algunas cartas: una dirigida a Aramburu, otra para el pueblo argentino, y otra para abuela, mamá y para mí.

Le dio un abrazo, la besó y, aún más tranquilo que antes, se fue a paso firme por un largo pasillo después de hacer un despreocupado ademán de despedida". 

Eran las 22 y 20 del 12 de junio de 1956.
En esos mismos momentos la esposa de Valle imploraba clemencia apelando al viejo amigo, ahora presidente. La respuesta fue: "El Presidente duerme"

Al día siguiente un lacónico comunicado oficial informó: "Fue ejecutado el ex General Valle, cabecilla del movimiento terrorista sofocado"

El sueño se transformó en pesadilla


* www.elortiba.org

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